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Antiguo 24/12/2005, 14:11   #22
karndollax 
¡¡¡SUSTO!!! te veoooo
 
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karndollax es algo digno de contemplarkarndollax es algo digno de contemplarkarndollax es algo digno de contemplarkarndollax es algo digno de contemplarkarndollax es algo digno de contemplarkarndollax es algo digno de contemplarkarndollax es algo digno de contemplar
Boñigas Attack

Junio de 1977, en lugar del Pirineo.

Esta es una de la historias más traumáticas que he vivido, necesito relatarla para descargar todo aquello que desde entonces me corroe interiormente.
Era divertido, en aquel principio del verano, construir cabañas con troncos y jugar a soldados de caballería e indios. Había cabañas diseminadas por todos aquellos prados e indios, grandes guerreros apaches, que nos atacaban sin descanso. Cabalgabamos entre las vacas, unas veces ganaban los salvajes y en otras ocasiones el 7º de caballería. Pero, a la vez, era peligroso... muy peligroso. Constantemente debíamos esquivar las inumerables boñigas de vaca que, amenazantes, esperaban su momento tendidas inertes en aquellas praderías, tan verdes, como hostiles.
Cierta mañana, los barrigas azules, había preparado una terrible emboscada a Truño Bull y sus guerreros. El ataque fue muy efectivo, cayeron la mayoría de los bravos. Pero el pequeño Plasta Loca consiguió huir. Rápidamente lanzamos una patrulla tras él.
Plasta Loca, esquivaba nuestra balas y respondía la agresión con sus flechas. Cometió un grave error al girarse y lanzar una flecha, ya que no vió la enorme plasta de vaca, con tan mala fortuna que la pisó.
Resbaló de mala manera, no pudo hacer nada, su pierna quedó totalmente impregnada de aquella plasta asesina, pero lo peor tenía que venir. Justo delante, apostada traicioneramente había otra cagada vacuna aún mayor que la que le derribó; Plasta Loca caía irremediablemente hacia la enorme masa de mierda, sin verla, gritando aterrado con la boca muy abierta ya que sabía que ya era nuestro. Fue horrible, su cara se hundió de lleno en la boñiga de vaca.
Cuando llegamos a él, gemía aún con la cara inmersa en aquella forma apestosa; fue entonces cuando pudo despegarse y se giró hacia nosotros. No debió hacerlo, tremendas arcadas nos impedían respirar. Aquella cara llena de plasta, aquella boca llena de mierda, con un trozo que le colgaba de las paletillas enganchado a ellas por una tira de hierba.
Una visión que jamás olvidaré. Rápidamente le socorrimos y lo conducimos hasta el bar, donde nuestros padres se ventilaban unos chatos.
Lo último que recuerdo es como el padre de Plasta Loca, urgaba entre los dientes de su hijo con un palillo, sacando los resto de boñiga que quedaban en ellos.
Ni Rambo con sus piernas y visceras que volaban alrededor de él, pudo sufrir tanto.
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