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Antiguo 01/12/2005, 16:25   #260
romodj
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romodj está en el buen camino
Aburridas sexuales


He aquí un tema interesante para reflexionar: las mujeres y el sexo. Hoy en día, época de liberación, ellas salen a la calle en actitud provocativa, hablan de sexo. Y mucho. Hablan. De sexo. Ellas. Hablan. Pasan horas divagando acerca de lo que debe ser el buen sexo, la variedad, la calidad, la innovación, etc. Ellas se llenan la boca y a nosotros la cabeza (y las pelotas) hablando de sexo; pero sólo hablan y nada más. Dicen frases como por ejemplo:

-Ayy, ¡cómo me gustaría tener un novio puerquito! ¡cómo me gustaría salir de la rutina!

Etcétera, etcétera. Veamos a continuación qué pasa cuando se encuentran con un novio puerquito (como el que suscribe) y éste les propone algunas cosas nuevas y puerquitas para salir de la rutina.

El sexo oral

Normalmente, cuando vemos un vídeo porno, tenemos que aguantar que la primera parte del encuentro amoroso de la pareja en la pantalla, sea de sexo oral y que dure al menos veinte minutos de los veinticinco que veremos en total. La chica en la pantalla, muy acostumbrada a esos menesteres claro, se aferra con ambas manos al "mejor amigo" de su compañero y se dedica a lo suyo. Dale que te dale, que ¡sob!, ¡sob!, que ¡glups!, ¡agghh!. La cuestión es que hasta a uno se le hace la boca agua. ¡Boccatto di cardenale! El caso es que la chica se traga hasta las pelotas de su amante y todo de un solo bocado, y sigue hasta que él llega al orgasmo. No contenta con eso, ella se refriega el semen por toda la cara como si fuera propaganda de Nivea.

Ahora bien, uno no pretende que nuestra chica se vuelva tan puerquita claro, sólo que al menos no ponga cara de asco y hasta ensaye algunas arcadas. Aunque la chica sea bastante abierta, siempre hay ciertas reservas:

-¿¡Ni se te ocurra acabar en mi boca, eeh!?

Si acceden a esto, cuando acabamos salen corriendo al baño con los ojos saliéndoseles de sus órbitas y un segundo después alcanzamos a escuchar: ¡Ptuaajjj!, algo más de quince minutos de gárgaras y hasta ruido a cepillado de dientes. Para aquellos que cargamos grueso calibre (modestia aparte), ¡más abajo del glande ni que hablar!, garganta profunda sólo hay una, y no es la de nuestra chica precisamente.

También están aquellas que cuando a nosotros nos llega el turno, se cierran como ostras y hay que usar una barra de acero para separarles las piernas.

- ¡Brase visto!

El sexo anal

Seguimos con el vídeo. Aparece una hermosa rubia, de cuerpo espléndido y que lo primero que hace es mostrar a cámara un esfínter más chico que el agujerito de un ojalillo. Su partenaire, Don Juan Zodape, calza un aparato que ni te cuento. La chica, después de todo el jugueteo preliminar y un poco de penetración vaginal, se encrema el ojalillo, lo mira a él y le hace un gesto invitador. ¡Pá dentro! Y allí va él. Uno piensa que la chica se va a rajar por el medio, mientras pega unos alaridos desgarrantes y la cama se va inundando poco a poco de sangre. En fin, un cuadro dantesco. ¿Y qué sucede en cambio? La chica se relaja, él consigue hacer lo suyo con absoluta normalidad, ella gime y hasta puede fingir un orgasmo sin derramar una sola lágrima. Y todos felices.

¿Qué sucede cuando nosotros se lo proponemos a nuestra niña? Abre los ojos desmesuradamente mientras pega el culo contra la pared, como si estuviésemos a punto de violarla. Nos trata de asquerosos, puercos degenerados y sádicos; y amaga a estirar un brazo hacia el teléfono para marcar el 101. Las más audaces sólo nos dejan juguetear un poco con los dedos, pero nada más.

-¡Y no insistas porque te escupo!

Uno les muestra la película, toneladas de revistas con fotografías que compramos con alguna esperanza, les damos a leer artículos de revistas donde otras mujeres confiesan haber gozado como marranas, pero no es suficiente. Eso tiene que doler horrorosamente. ¡Nunca probaron! Y además:

-¡Es repugnante! ¡No insistas!

Los aparatejos

Sigue el film. Son dos chicas ahora las que aparecen en pantalla y cargadas de juguetitos. Una de ellas toma uno que parece una motosierra con caja de quinta y todo, se coloca la mochila de los cazafantasmas, un par de orejeras para el ruido y manos a la obra. ¡Arden de placer! Nosotros, un día, sacamos uno pequeñito de abajo de la almohada y:

-¿Qué te pasa?
-¡No, que me impresiona! ¡Saca esa porquería de mi vista! Ni se te ocurra.
-Pero mira, ¡es genial! Tiene lucecitas, tres velocidades, corta, pica, hace rebanadas, corta papafritas...
-¡TE DIGO QUE NO! ¿Por quién me has tomado?
-¿??¡!!

Las fantasías sexuales

A todos nos gusta hacernos el loco. No hay duda de ello. Mi fantasía tiene que ver con las colegialas. Secundario, faldita escocesa tableada casi mini, medias de lana hasta las rodillas pero ligeramente caídas, mocasines, camisa con el cuello desabrochado y la corbata floja y con un suéter livianito arriba; con los puños doblados. ¡¡Uauhh!! Me estalla la cabeza. Nada rebuscado, nada de cuero, botas, látigos de tres bolas, ni isótopos radiactivos. Hacemos nuestra propuesta y ¿con qué nos encontramos?

-¡No seas ridículo, por favor! ¡Cómo se nota que no me tomas en serio! ¿Quieres que te haga sombras chinescas también?

Lo dicho al principio, son aburridas sexuales y pululan por doquier. No aceptan una sola de estas alternativas. Son muy pocas las almas caritativas que acceden a alguna de estas peticiones, muy pocas.

-¡Snifff!
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