a tarde no pintaba bien aquel 17 de mayo de 1965. Los toros que estaban anunciados fueron sustituidos a última hora por otros de la ganadería de Francisco Galache de Hernandinos. Unos toros que «no poseían un adarme de casta, de fiereza, de arranque, de brío», se lamentaba el histórico crítico de ABC, [B]Antonio Díaz-Cañabate[/B]. Nada presagiaba que aquella podría ser una jornada historia de la Feria de San Isidro, pero lo fue… ¡porque [URL="http://es.wikipedia.org/wiki/El_Viti"]«El Viti»[/URL] así lo quiso! «Ayer preguntábamos si se podía torear a un mosquito. Hoy hemos tenido mosquitos injertos en borrego, que ya es el colmo de lo antitorero. Y, sin embargo, hemos visto torear. Hemos visto un milagro».
El autor de aquel «milagro» no fue otro que Santiago Martín «El Viti», el diestro salmantino que recibió su apodo por la localidad donde nació: Vitigudimo. Él, junto a [URL="http://es.wikipedia.org/wiki/Paco_Camino"]Paco Camino[/URL], fue máxima figura del toreo durante las décadas de 1960 y 1970.
Aquella tarde lo demostró. ¿Cómo se las arregló? «Pues verán ustedes. Muy sencillo. Merced al temple», afirmaba Díaz-Cañabate, que explicaba, en una original conversación ficticia entre el segundo toro de la tarde y el torero, como «El Viti» se fue ganando al animal, muletazo a la derecha, muletazo a la izquierda.
«¿Bueno, ¿y qué? –preguntaba el morlaco aborregado–. ¿Qué pretendes? ¿Qué embista? Pero, ¡qué tonto eres! ¿No ves que no puedo?» Y el diestro, con su seriedad imperturbable, contestaba según el crítico: «Tú prueba a ver. Muévete un poco, sólo un poquito, lo demás es cuenta mía». Y así fue, porque el toro obedeció a la muleta, una muleta levemente impulsada, que templaba la embestida, que la alargaba, dulcemente, como «mantequilla de Soria que iba extendiéndose como si la muleta fuera un rebanada de pan. Era milagroso». «El Viti» saliendo a hombros de Las Ventas aquella tarde de 1965



Aquella faena fue la demostración de lo que puede hacer la mano de un torero con temple, que en este caso, además, acabó matando «como el arte manda. En corto, recto, la espada a la altura del corazón, la arrancada medida, el cruce impecable, la salida por el costillar».
Dos orejas y Puerta Grande para el maestro, que volvió a convertir una faena difícil en una pequeña obra de arte, una obra que «al principio fue recibida con fuertes chillidos, que fueron menguando hasta convertirse en ovaciones». «¡Gran mago se ha mostrado esta tarde «El Viti», concluía el crítico.
[B]Su segunda Puerta Grande de la feria de 1965[/B]Aquella temporada fue una de las más importantes de «Su Majestad El Viti» -como se conocía al torero haciendo un juego de palabras con su nombre: Santiago Martín-, pues tan sólo ocho días después, el 25 de mayo, volvía a abrir la Puerta Grande de Las Ventas, en otra histórica corrida con miuras, ausentes de la plaza más de dos décadas.
Unos miuras que, a pesar de su fama, mostraron también poca querencia hacia la muleta. Pero como «El Viti» volvió a demostrar, de manera evidente, «que cuando un torero quiere y sabe torear, torea hasta los marmolillos». Y el maestro lo hizo «de manera magistral», con un «toro que embiste porque un torero quiere y sabe torear con maestría. Y lo magistral siempre es bello», concluía.
Aquellas dos tardes forman parte de la historia de la Feria de San Isidro. Una historia que «El Viti» ayudó a escribir con letras de oro, siendo el torero que más veces ha abierto la Puerta Grande de Las Ventas. Nada menos que en 16 ocasiones: 14 como matador y dos como novillero. ¡Grande «El Viti»!

Chapo!!!! Magnifico recordatorio. Sin dudas fue el número 1. Yo era muy pequeño, pero todavía me acuerdo de ir con mi padre a ver las corridas al bar, me parece que era la única tv que había en el pueblo.