[B]El pequeño más grande[/B]
El día que España se viste de negro se despide el jugador que ha sido bandera de un modelo que ha llevado a La Roja a ganarlo todo
En un escenario alejado de lo que es y ha sido Xavi Hernández para la selección española se cierra la etapa del futbolista alrededor del cual ha girado una idea de jugar al fútbol que lo ha ganado todo. Los números, muchas veces fríos, pueden servir para explicar lo que ha sido Xavi para España: 133 partidos, 12 goles, 100 victorias, el jugador del mundo a ese nivel con mejor porcentaje de triunfos (75,18%)...
Pero no son los números los que hablan de Xavi y su legado. Desde que se puso por primera vez la camiseta de España, lo que sucedió con la sub 17 el 30 de enero de 1997 en Estoril, con un empate a uno, ha sido su fútbol el que ha hablado de lo que es. Como le pasó en el Barcelona, su camino hasta la cima no fue sencillo en la selección. Camacho le dio paso en 2002 y le llevó al Mundial de Corea y Japón, en el que jugó tres partidos. Llegó Iñaki Sáez, con el que creció en las inferiores, pero se fue de la Euro 2004 sin jugar un minuto. Su ausencia de protagonismo fue una de las caras de un fracaso total.
El referente de Luis
Al subirse al autobús en el Alvalade, tras caer España con Portugal en la primera fase, le buscó Teodoro Nieto y le dio un abrazo que no necesitaba palabras. Era el cariño del hombre que le descubrió para la selección, el que se la jugó cuando le dijeron que aquel bajito no podía ser bueno para España: «Sí, es bajito. ¿Pero juega bien al fútbol o no? Pues ya está».
Y luego llegó Luis, que no le convocó en los primeros partidos y que el día que volvió a contar con él le llamó para mirarle a la cara: «Usted creía que el hijo de puta del viejo no le iba a llamar más. Pues aquí está usted». Entonces nació una relación que marcó a Xavi. Luis entendió que era a partir «del jugador que los informes dicen que se pasa partidos sin perder un balón» desde donde se podía cambiar el destino de España. Luis creyó en Xavi como no lo había hecho ningún otro entrenador en ese momento.
Con galones de mando, Xavi lideró, junto a Casillas, el camino que ahora termina en Brasil. El jugador que vive por y para el fútbol se despide de la selección en el Mundial que más ilusión le podía hacer disputar, el de Brasil. Nada ha salido como quería, pero el nombre de Xavi quedará ligado de por vida al del jugador bandera que ha levantado halagos entre generaciones y en todo el mundo: «Desde el primer día que le vi supe que era diferente»; «Es la referencia dentro y fuera del campo» (Ander Herrera); «Ojalá Brasil tuviera un jugador como Xavi» (Rivelino); «Solo habrá un Xavi» (Koke)...
El vestuario del Baixada Arena de Curitiba será el último en el que Xavi se cambie para ponerse la camiseta de España. Se despedirá de la selección jugando de negro, como si fuera un presagio de lo que iba a vivir España en este Mundial. También por el vacío que va a dejar en nuestro fútbol, ya que no solo será la selección la que se quede huérfana de Xavi. También lo estarán el Barça y la Liga, porque su elección ha sido la de disfrutar su última etapa alejado de las exigencias, en una Liga como la de Qatar.
Lo sucedido en este Mundial ha hecho que en los últimos días Xavi haya echado la vista al 1 de julio de 2012. Del vestuario del Olímpico de Kiev salió convencido de que tenía que detener allí su carrera con la selección. Estaba en lo más alto. Acababa de ganar la Eurocopa y completar la Triple Corona. Estaba seguro de que era el momento perfecto porque Brasil quedaba lejos.
Sin embargo, se dejó convencer por Del Bosque, por sus compañeros y por el atractivo de un Mundial en Brasil. No es que se haya arrepentido, pero sí que se le ha pasado por la cabeza la idea de que se podía haber despedido rodeado de éxito.
«Xavi es la bandera en el campo, el mayor del grupo, que siempre ha tenido un comportamiento buenísimo». Es la despedida de Del Bosque al cerebro de su idea.
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06/08/2014, 00:22
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